Los coordinadores de una organización sin fines de lucro en Texas no tardaron en darse cuenta del orden de las prioridades de las familias inmigrantes centroamericanas que buscan refugio en Estados Unidos.
“Hacíamos las citas con los abogados para consulta gratuita, estábamos esperando en el despacho de abogado y las madres no llegaban a la cita”, contó Mohammad Abdollahi, un activista con el Centro de Educación y Servicios Legales para Refugiados e Inmigrantes (RAICES). “Entonces nos dijeron que no podían llegar a la cita, porque no sabían o no tenían recursos para tomar transporte público y no tenían a nadie que las llevara”.
Para responder a esas necesidades básicas, la organización lanzó recientemente el proyecto Defensores de las Familias Refugiadas (Refugee Family Advocate), que busca conectar a voluntarios en ciudades de Estados Unidos con los refugiados que ya viven o están llegando a esas ciudades.
Una de esas áreas es Miami-Dade, donde representantes de RAICES estuvieron la semana pasada promoviendo el proyecto junto a organizaciones locales que dan asistencia a los inmigrantes, como Americans for Immigrant Justice (AIJ).
“Muchos asumen que esto es un asunto de los pueblos fronterizos, como Texas, que solo nosotros estamos lidiando con esta crisis humanitaria de refugiados”, dijo Jonathan Ryan, director ejecutivo de RAICES. “La verdad es que cientos de esas familias se están mudando a otras ciudades de EEUU y creando un impacto en los servicios de las organizaciones comunitarias”.
En el verano del 2014 miles de mujeres con sus hijos o menores de edad solos hicieron la travesía desde Centroamérica, mayoritariamente de Honduras, el Salvador y Guatemala, a EEUU en busca de asilo. El fenómeno fue llamado la crisis de refugiados centroamericanos. Los inmigrantes terminan en centros de detención para indocumentados ubicados en Texas y otras áreas fronterizas por un tiempo. Muchos son puestos en libertad y envidados a otros lugares del país donde tienen amigos o familiares, dispuestos a acogerlos.
“Es ahí cuando la lucha comienza para muchas de estas familias”, dijo Ryan.
Los voluntarios del programa de Defensores ayudarían a las familias, por ejemplo, enseñándoles cómo funciona el transporte público y cómo acceder a otros recursos de la comunidad, como clínicas y bibliotecas. Organizadores explicaron que el objetivo es asistir a las familias más allá de los asuntos legales, para ayudarles a integrarse en su nuevo hogar y ser autosuficientes y contribuir a la sociedad.
Las personas interesadas en ser voluntarios del programa de Defensores de Familias Refugiadas pueden obtener la información en: www.raices texas.org/pages/ volunteer.
Bud Conlin se inscribió como voluntario la semana pasada, después de una sesión informativa en la Universidad Internacional de la Florida (FIU).
“Mi esposa y yo queremos ser parte del grupo que dé asistencia a mujeres y niños en esta área”, dijo Conlin, quien ayuda a coordinar un programa de visitas a centros de detención para inmigrantes en Miami-Dade. “Son seres humanos con necesidad y tenemos el deber y la responsabilidad de ayudarles a que se puedan encaminar ellos mismos. Para mí es una responsabilidad como ser humano”.
Para Jessica Shulruff Schneider, una abogada de Americans for Immigrant Justice(AIJ) que trabaja con las familias que buscan asilo, la ayuda de personas en la comunidad para asistir a los refugiados ayudaría a aliviar el trabajo de las organizaciones sin fines de lucro.
Shulruff explicó que en respuesta a la ola de cientos de de menores de edad que llegaban solos a EEUU, el gobierno federal creó un programa para otorgar fondos a organizaciones sin fines de lucro para representar legalmente a los menores. Sin embargo, el gobierno no respondió de la misma manera ante la llegada de mujeres con hijos.
“De hecho, el gobierno respondió abriendo centros de detención, donde las mujeres y niños están aun viviendo como en cárceles”, dijo Shulruff. “Cuando estas familias son liberadas y se relocalizan en las comunidades alrededor del país, las organizaciones sin fines de lucro están básicamente siendo forzadas a responder a esta crisis humanitaria, sin que existan los fondos necesarios para hacerlo”.
De acuerdo con Shulruff, muchas de estas personas presentan casos legales convincentes para poder obtener asilo, pero presentar ese tipo de casos en las cortes requiere de muchos recursos y tiempo.
“Para poder tener éxito se necesita de abogados de inmigración con mucha experiencia, de mucho tiempo y de mucha energía. Hay que producir evidencia, evaluación psicológica y hasta expertos en las condiciones de violencia de los países de donde vienen los inmigrantes”, dijo Shulruff. “En las Cortes de Inmigración no hay abogados defensores nombrados por la Corte y lo que estamos viendo es familias y hasta niños que se han tenido que defender solos”.
Ese podría terminar siendo el caso de Ana, una inmigrante hondureña que pidió no revelar su identidad. Ella llegó a Miami con sus dos hijas menores hace poco más de medio año, tras cruzar la frontera. Dijo que decidió dejar su pequeño pueblo en Honduras, luego de que unos pandilleros mataran a un miembro de su familia y amenazaran a otros.
Unos familiares le tendieron la mano en Miami, pero ella aún no tiene trabajo por falta de un permiso. Y no ha presentado su petición de asilo por falta de dinero para contratar a un abogado.
“Ya estoy en lista de espera en organizaciones que dan ayuda legal gratis, pero hay mucha gente esperando antes que yo y solo tengo un año para presentar el caso”, lamentó Ana, quien hasta ahora ha recibido asistencia de la Organización Hondureña Integrada Francisco Morazán, una agencia sin fines de lucro local. “Estuvimos en un centro de detención por tres días, pero ahora estamos mas seguros aquí, a las niñas les está yendo bien. No queremos volver”.